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UNA CACERÍA REAL



En 1882, el rey Alfonso XII se desplazó hasta los Picos de Europa para practicar la caza. El periodista lebaniego Ildefonso Llorente acompañó al rey y publicó un librillo en el que recogió lo sucedido. Titulado " Las cacerías del Rey ", en él nos basamos en este artículo.


Las cacerías estaban organizadas por el ingeniero Benigno Arce, director de las minas de La Providencia. El programa previsto era el siguiente:

El Rey no viajaba sólo. Le acompañaba un amplio séquito en el que se incluían: el general Terreros; el conde de Mirasol; el brigadier Goicoechea; el coronel Barcaiztegui; el doctor Camisón; D. Eusebio Güell; D. Andrés y D. Mariano Henestrosa, hijos del conde de Moriana, y su primo D. Luis Bustamante; D. Fernando Santoyo, redactor del periódico "El Día"; D. Gonzalo Cedrún, del periódico "El Tiempo"; y el propio Ildefonso Llorente, del periódico "El Norte".

Centrándonos en lo que corresponde a la zona de Espinama, digamos que el desplazamiento desde Ándara hasta Áliva supuso cinco horas. Los vecinos de Tresviso, primero, y los de Sotres y Tielve, después, acompañaron al Rey, aclamándole y cantando. En Las Vegas de Sotres había montada una tienda de campaña, en la que ofrecieron al Rey leche fresca y agua. En los límites de Áliva fue recibido " por el pedáneo de Espinama y muchas gentes del valle de Varó" (sic). Las pastoras cantaban:

" ¡Viva Don Alfonso XII
el que la España gobierna!
¡Viva! cantan los leales
en los Campos de la Reina.
"

(Aclara Ildefonso Llorente que se llama Campos de la Reina a una zona de Áliva donde, según tradición antiquísima de Espinama y otros pueblos, la reina Gaudiosa, esposa de Don Pelayo, ante la ausencia de éste, se enfrentó y derrotó con los " pocos montañeses que en aquellos pueblecillos habían quedado " a un grupo de invasores árabes.)

A las mozas y pobres de Sotres y Tielve se entregó por orden del Rey cientos de reales, como hacía en todos los pueblos por los que pasaba.

Al día siguiente, tuvo lugar la cacería en Áliva. Ildefonso Llorente se maravilla de lo bien que subía el Rey pese a estar algo enfermo. Era él el que abría la fila, en la que fueron hasta Las Verdes los vecinos de Sotres Eusebio Campillo (74 años), Féliz González (72) y Manuel González (80 años).

Lo que no dice Llorente es lo mal que lo pasó el rey en algunos puntos, como en la cornisa que constituye la diagonal de salida de la Canal del Vidrio hacia el este, "tan estrecha que las caballerías no pasan por allí y los hombres lo hacen deprisa, bajo la pavorosa verticalidad del muro, tanto hacia arriba como hacia abajo", para cuyo paso, que no fue de su agrado, requirió del hombro de un acompañante local, según cuenta el conde de Saint-Saud unos años después, al pasar por el mismo lugar.

Tras cinco horas de ascensión, les cayó una "goteroná", aunque luego salió el sol. Les acompañaban además de " los empleados en las minas don Antonio Higuera Fontecha, don Mariano Martín, don Pedro Calderón, don Julián Cuevas, don Ramón Tazanos, don Teófilo de Benito, don Valentín Alonso, don Ángel Antón, don Bernardo Villegas y don Francisco Colio ", gentes de cada uno de los pueblos de la zona, entre los que cita de Espinama a: don Narciso Pérez de Bulnes, Felipe Guerra, José Sánchez, Félix Sánchez, Juan Campo, Antonio Campo, Eustaquio Beares, Juan Briz, Pablo Briz, Ciriaco Briz, Valentín Salceda, Juan Suárez, Maximino Calvo, Celestino Calvo, Antolín Calvo, Gregorio Calvo, Andrés Calvo, Bernardo García, Alejo Rodríguez, Cayetano Rodríguez, Francisco Lozano, Francisco Bulnes, Pedro Antón, José Antón, Juan Llorente, José Llorente, Benigno Caldevilla (viene como " Capdevilla "), León Caldevilla (id.), Jacinto Portilla, Pedro Valcayo, Julián Santos, Jerónimo Prieto, Domingo de Benito y Carlos Llanes. En total, aquel día subieron a Peña Vieja en pos del Rey 224 personas, según Ildefonso Llorente.

En la mitad superior, a la derecha del Hoyo de los Boches se puede entrever el lugar llamado Tiros de Alfonso XII La cacería fue un éxito. Juan de Moradiellos y Severino López, de Sotres, los encargados por el señor Arce de prepararla, preveían reunir unos quinientos rebecos. Al final de la cacería, se recogieron 43 rebecos muertos y otros más quedarían en los abismos. El Rey, según I. Llorente (muy dado a los elogios), llegó a matar de un solo disparo dos rebecos. Sólo se llevó a cabo la primera de las tres batidas previstas, suspendiéndose las otras por la niebla.

A la bajada, en Áliva, les esperaban el alcalde y el secretario del Ayuntamiento de Camaleño, con mucha más gente, y nuevos cantos de pastoras. Gentes de Pido, Espinama, Las Ilces, Pembes, Mogrovejo, Lon, etc. " acudieron con vistosos arcos portátiles y estandartes, formados unos y otros de flores y de pañuelos de seda ", al tiempo que sonaban las panderetas y se lanzaban cohetes y ¡vivas!.

En contra de lo previsto, el Rey no pernoctó en Áliva sino que bajó a Potes. Dejados atrás Pido, Espinama y sus " pomposos maizales " llega la comitiva al anochecer a Las Ilces donde el Rey es " recibido con grandes muestras de gozo por todos los habitantes, provistos, gran número de ellos, de hajas, o varas secas de avellano, encendidas por una punta produciendo bella luz y con las cuales empezaron a correr por la orilla del camino al lado del río, delante del Monarca y a lo largo de la fila que formábamos los 26 jinetes que en aquellos momentos seguíamos al Rey ". Los de Las Ilces fueron relevados por los vecinos de Cosgaya y Treviño, donde no faltaron el repique de campanas, los arcos de follajes y otras manifestaciones de júbilo que se sucedieron hasta Potes en cuyos balcones estaban colocadas luces en vasos de colores y en farolillos a la veneciana.

Ésto es lo que dio de sí la visita de Alfonso XII en 1882.



© Gabino Santos