SUSPENSE EN EL TELEFÉRICO DE FUENTE DÉ
22 de febrero de 1976, domingo. El día espléndido, en una primavera adelantada, ha hecho que decenas de personas se hayan acercado hasta Liébana y, buena parte de ellas, hasta Fuente Dé, cuyo teleférico, que une la estación inferior, situada a 1.070 m. de altitud, y la superior, a 1.823 metros, cuenta con cabinas nuevas desde hace poco más de un año.
Cuatro y media de la tarde. El teleférico de Fuente Dé, como lleva haciendo todos los días desde hace ya casi diez años, sube y baja en su trayecto con aparente normalidad. Cinco personas (dos parejas jóvenes y el conductor) ocupan la cabina que sube y otras cinco (tres asturianos, un fotógrafo santanderino y el conductor) la que baja. Sin embargo, de repente, prácticamente al cruzarse las cabinas, se oye un ruido y se produce lo inesperado. La cabina que ascendía empieza a retroceder, cada vez a mayor velocidad, hasta que, ya en las proximidades de la estación inferior, entran en acción los frenos de seguridad y la detienen llegando al punto del que había partido. Sus ocupantes caen al suelo con el frenazo, pero están todos ilesos. Mientras, la otra cabina, la que bajaba, ha quedado detenida en las alturas, unos cien metros por encima del suelo. El brusco parón -al parecer, el conductor accionó el freno para evitar males mayores- provocó que éste sufriera un fuerte impacto con el barril que contenía los elementos de seguridad, causándole la rotura de dos costillas.
Rápidamente, se intenta contactar con la estación superior, donde se dispone de una cabina de emergencias, para organizar el rescate. Sin embargo, el teléfono no funciona. Se decide, por ello, recurrir al "plan B". En la cabina suspendida, se cuenta con trampillas, tanto en el suelo como en el techo, para posibles emergencias y es la del suelo la que se abre para ir descendiendo, a través de ella, uno a uno, los ocupantes atrapados. Para ello, se introducen en un gran saco de lona sujeto por un cable de una polea, bajando en él. Una vez en tierra uno, el saco vuelve, vacío, para arriba, donde se monta el siguiente. La operación se repite hasta que el conductor, último en abandonar la cabina, llega a tierra, casi a las siete de la tarde. Afortunadamente, todo ha quedado en un susto, un gran susto, pero se ha resuelto sin víctimas.
Mientras tanto, se está solucionando la situación de las alrededor de cincuenta personas que estaban en la estación superior y que no pueden descender a través del teleférico. La presencia de nieve impide que los vehículos puedan llegar hasta El Cable de modo que los afectados se ven obligados a desplazarse a pie hasta el Refugio de Áliva, donde el Ratrac ("tanqueta-oruga adaptada para caminar sobre la nieve") de la Real Compañía Asturiana va trasladándoles, de ocho en ocho, hasta Espinama o lugar accesible a los Land Rovers. Hay quien también, al parecer, bajó esquiando, con esquíes cedidos en el Refugio.
¿A qué se debió el accidente? Según explicó al periódico Alerta un técnico de Nueva Montaña Quijano, empresa fabricante de los cables, se debió a «
la rotura de una polea de las de arriba, lo que produjo el inmediato atascamiento y corte del cable tractor; pero está claro que los efectivos de emergencia han funcionado presta y eficazmente. La cabina que descendió hasta la estación hizo accionar los cables del freno de emergencia, al tiempo que el choque fue reducido por los propios sistemas amortiguadores de que están dotadas las estaciones». Estudios posteriores determinarían las causas de la anómala rotura de una polea que se había instalado poco más de un año antes, si bien el técnico apuntaba a
algún defecto de fundición en el metal.
La prensa de la época dio cuenta del accidente con llamativos titulares. «
Espectacular rescate en Fuente Dé» fue el de la "Hoja del Lunes" del día siguiente; «
Suspense en el teleférico de Fuente Dé» (que tomo prestado para titular este artículo) el del "Alerta" del día 24, mientras "El Diario Montañés" se conformaba con un aséptico «
Accidente en el teleférico de Fuente Dé». También algún medio nacional se hizo eco del suceso y "ABC", por ejemplo, tituló con un llamativo
«Pánico en el teleférico de los Picos de Europa».
Contrasta este titular de ABC con el posterior desarrollo de la noticia en la que, en ningún momento, se habla de que se produjeran escenas de pánico. Lo que sí destaca es que, una vez en tierra, los rescatados «
aparecían en el Parador sonrientes y satisfechos del funcionamiento de los dispositivos de seguridad del teleférico». En "El Diario Montañés" se habla de que vivieron casi tres horas «
de cierto nerviosismo, puesto que grave peligro nunca corrieron», mientras "Alerta" destacaba «
la angustia inicial y la feliz y espectacular operación del salvamento» y la "Hoja del Lunes" que «
lo que pudo ser una espectacular tragedia, se ha quedado en un fenomenal susto». Lo que está claro es que no sólo los ocupantes de la cabina suspendida sino también los de la otra (bajó «
a velocidad vertiginosa», antes de frenar, según dice "Alerta") debieron pasar unos momentos de gran tensión.
Han pasado 35 años desde este suceso. Millones de personas han subido y bajado en el teleférico y nunca más se ha vuelto a producir incidente alguno que haya afectado a alguna persona. Las medidas de seguridad son, si cabe, cada vez mayores, y los avances técnicos contribuyen a ello. Por lo tanto, el teleférico es una buena, y segura, opción para acercarse a los Picos de Europa. Aproveche y ¡a disfrutar de la Naturaleza!
© Gabino Santos Briz
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