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CRISTINA BENITO RIVAS



Religiosa en proceso de beatificación.
Nació en Pido, el 16 de marzo de 1900. Cuantos conocieron a esta niña en la infancia la describen como reservada, muy piadosa, callada y sacrificada, características estas que mantendría a lo largo de toda su vida.

Huérfana de padre a los nueve años, en 1916, gracias al apoyo de sus hermanos Leoncio y Pepe, residentes en Cuba, comienza, junto con su hermana Manuela, los estudios de Magisterio en la Normal de Oviedo. En esta ciudad entra en contacto con una religiosa dominica y con un dominico misionero del Perú, los cuales, probablemente, contribuyeron a canalizar lo que ya era una vocación religiosa latente.

Concluye sus estudios de Magisterio en 1920, momento en que pide permiso a su madre para consagrarse a la vida religiosa. Concedido, ingresa en la Congregación de Dominicas de la Anunciata el 26 de septiembre de 1920. Toma como nombre religioso el de Dominga. Realiza la profesión en Vich el 5 de abril de 1922, siendo enviada cinco meses después a dar clases a Campo de Criptana, en Ciudad Real, de donde pasaría a Madrid y a Oviedo, a donde llega en septiembre de 1924. En Oviedo, como directora del Colegio, permanece hasta 1936, debiendo hacer frente en esta ciudad a la revolución de 1934 durante la cual se vió obligada a despojarse del hábito lo que le causó gran dolor. Allí sufre también la guerra civil, momento crítico en que, además, se la nombra Maestra de Novicias, cargo que ocupa hasta 1946, ejerciéndole primero en Asturias y después en Vic.

En ese año 1946, es elegida Secretaria y Consejera General, cargo que le exigirá realizar innumerables viajes a lo largo de todo el mundo en los muchos años –hasta 1970- en que permanece en el mismo. En 1970 pasa a ser Vice-Secretaria General, labor que desarrolla en los últimos años de su vida.

Falleció en Madrid, el día 13 de noviembre de 1977. Todas sus hermanas de Congregación y cuantas personas la conocían y trataban consideran, desde ese mismo momento, que ha fallecido una santa por su vida, totalmente dedicada a Dios a través del desempeño de sus labores diarias; por su abnegación y fidelidad; por su humanidad y sencillez; por su "pedagogía de escasas palabras y de muchos hechos"; etc.

Pronto, se inició el proceso de beatificación, con la recogida de datos acerca de su vida...

A su tierra natal de Espinama, poco volvió tras ingresar en el Convento. La dureza de las condiciones de la vida en el mismo en aquellos tiempos en que las religiosas no disponían de unos días de vacaciones al año y, sobre todo, las importantes responsabilidades asumidas por Cristina que la llevaron, como queda dicho, por todo el mundo pese a que ella, probablemente, por gusto hubiera estado mucho mejor en un puesto más tranquilo, no le permitieron más que alguna, muy breve y esporádica, visita.


Si desea conocer más en profundidad la vida de Cristina, pinche aquí Saber más de ella

© Gabino Santos

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