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El orujo de Camachín en Espinama

Ahora mismo en Quintana aparcado a la puerta de la bodega de Camachin y pegado por tanto a la puerta de Mariano y Castor Bedoya, donde me vienen a la cabeza miles de recuerdos de mi infancia junto a mi buen y querido amigo Chuchi Mariano mientras espero lleguen los obreros del ayuntamiento.

Voy a contaros un corto recuerdo de alguna de mis vivencias de cuando era chico que ocurrió aquí, a 50 m de donde estoy y espero que Chuchín lo recuerde.

Pues bien, hacia ya malo, posiblemente fuera noviembre o más adelante. Chucho Camacho o su padre, este primero de la edad de mi madre más o menos y grandes amigos él y también su hermana Carmina, tenían una viña frente a Congarna, cerca de Turieno y nos quería mucho tanto a Chuchi como a mí. La cosa fue que por esos días preparaba al lado de una casita vieja un chamizo con una lona para cubrirse de la intemperie, un hogar con cuatro piedras planas, éstas de considerable altura con el fin de poder hacer fuego entre ellas con buenas astillas, y una silla bajo el toldo y haces de paja donde preparaba como un camastro para poder pasar la noche mientras cuidaba la fabricación de su rico orujo, que hacía en su vieja alquitara de buen cobre o tal vez bronce con alto contenido de cobre recordando su color. Se cargaba ésta en su base del hollejo y racimos sobrantes de estrujar los racimos de uva una vez corrido el vino de la tina, se rellenaba la base o digamos parte baja y luego se ponía el cuerpo alto y soldaba con engrudo de harina entre ambos cuerpos de este aparato y en la parte alta, que me recordaba a un sombrero mejicano, hacia correr agua fría mediante una manguera y de allí salían dos tubos, uno que soltaba hacia otro lado ese agua y otro por el que salía el preciado oro transparente y rico llamado "orujo Lebaniego", su olor impregnaba todo el barrio...

Chucho además tenía que hacer sus labores del pueblo, atendía el ganado, las fincas, etc. Total, las calles no estaban asfaltadas entonces, eran barrizales y llenos de piedras, tampoco había iluminación... A lo que vamos, por si entonces un cerdo que también, al igual que las gallinas, perros y demás animales, andaban o podían pasar por allí y tirar el montaje o cualquier eventualidad que pudiera pasar, teniendo que ausentarse del lugar... solo se le ocurrió dejarnos a Chuchín y a mí de cuidadores... Él tenía para probar de vez en cuando aquel orujo que salía, para ver si era flojo y cambiar la carga, una copa de aquellas que tenían una rayita para marcar la altura a servir del líquido... Camachín probaba un poco y tiraba el resto al fuego; pues bien, nosotros hacíamos lo mismo pero sin tirar nada, nos gustaba el orujo y hacer de hombres importantes... y cuando regresó, Chuchín y yo llorábamos abrazados dentro de la choza en cuestión sin consuelo y sin saber qué contestarle al porqué de estas lágrimas y llantos... hasta que comprobó lo que nos pasaba... una buena curda, llevándonos en brazos a nuestras casas.

Chuchi Quina 24/10/2017

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