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MI NAVIDAD DE NIÑO EN ESPINAMA

Feliz Navidad para ese concejo de mis amores.

Y no olvido que mañana es nuestra romería de San Esteban, para nosotros la mejor del mundo y por supuesto, para mi sigue siendo única.

Tal día como hoy los soportales de la iglesia vieja de Quintana se llenaban de pares de albarcas a resguardo del torberio o tal vez se escriba torverio y del agua o nevada mientras los niños ocupábamos la parte delantera de aquella iglesia, las mujeres en la nave central, los abuelos en el coro de abajo y los mozos y hombres casados de buena edad subían al coro de arriba.

Hubo años que un tenor de Pido, familia de Guarino, nos cantaba bonitos villancicos mientras se adoraba o el Padre nuestro; también todos cantábamos muchos villancicos mientras la cola de adoradores de aquel bonito niño que los monaguillos sacábamos a la escalinata del altar para que don Jesús le sujetase mientras nosotros íbamos limpiando las rodillitas de aquel niño Jesús donde cada uno depositaba su beso, grandes y hermosos recuerdos... siiiiii... A la salida ya nos íbamos los pequeños con los abuelos a bodegas Peña Vieja a tomar un mistela con galletas de coco... siiii, mi abuelo Severiano, tío Mariano de la Cortina, tío Julián Prellezo y tío Benigno y yo de la mano de mi abuelo, nos sentábamos en una mesa, pedían una cuartilla de mistela y un plato de galletas de coco y mi abuelo me mojaba alguna un poco en su vaso; los recuerdo como si fuera hoy, buenas gentes y hermosa amistad la que tenían.

Antes de aquello, mi abuelo y el tío Juan habían bajado de Pido e iban a nuestra casa para que mi padre, que hacía de peluquero, les arreglara el pelo y a mi abuelo, mi padre también le afeitaba y le dejaba muy guapo con su trajecito de color marrón y beige a cuadritos y su chaleco haciendo juego con su camisa blanca impoluta con su botón cerrado hasta arriba del todo.

Después de aquella charla distendida y amigable que recuerdo muy cariñosa mi abuelo se despedía de sus amigos y nos bajábamos a casa donde mi madre había preparado una suculenta comida, alguna sopa o chanfaina, tal vez bacalao con tomate, tal vez cordero asado de los nuestros, tal vez un enorme flan de postre o un brazo de gitano o una tarta de la abuela y nunca faltaba el quesu picón ni el chupito o copa de oruju o anis castellana o del mono... Parece un sueño, pero no lo es, fue real y nunca jamás quiero olvidarlo.

Antes de oscurecer mi abuelo se despedía de todos y de mi mano subíamos paseando hacia Pido y en La Cruz, me daba un beso y esperaba a verme tresponer por la Riega de Resturo, antes de continuar hacia la Bajerá.

Mi vida, mis recuerdos y seguro que los más tiernos vividos con un abuelo.

Chuchi Quina 25/12/2019

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