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HABLANDO CON... CARMEN GARCÍA




Carmen García Gómez, viuda de Marcial Santos, no nació en el Concejo de Espinama, pero se considera del pueblo, donde lleva viviendo muchos años. Su vida es un ejemplo de la de muchas mujeres que, a lo largo de la Historia, han vivido en el Concejo, trabajando en casa y en el campo y sacando adelante una numerosa prole. El 8 de abril de 2006, en el Hotel Infantado, de Ojedo, donde se celebró la V Gala de Liébana y Peñarrubia, con presencia del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, recibió un homenaje junto a otros vecinos de la comarca en reconocimiento "por su vida de sacrificio y trabajo".

Foto de Carmen


Carmen está ahora enferma, con problemas en el aparato digestivo que le dificultan mucho alimentarse. El 23 de agosto que, aprovechando el buen tiempo, estaba a la puerta de la casa de Geni y César, mantuve con ella esta conversación:

- ¿Cuándo naciste?
- Yo nací en el 26, en Argüébanes. Soy hija de los Garcías de Argüébanes y de Mogrovejo.
- Y al año ¿qué pasó?
- Pues al año se murió mi madre y mi padre pues... hizo lo que pudo por nosotros. Yo a los nueve años ya me echaron a servir y, bueno, fíjate. Primero estuve con un sacerdote en Argüébanes, de los Noriegas de Argüébanes, Don Máximo se llamaba, y al morirse él me llevaron mis abuelos a Frama.
- ¿Te trataba bien el sacerdote?
- Pagar no pagaba porque era una cría. ¡Qué me iba a pagar!
- ¿Te tenía por el mantenimiento?
- ¡Claro! Estuve con él allí y después me fui con mis abuelos a Frama y allí estuve hasta los nueve años. A los nueve años ya me fuí a servir y estuve sirviendo ahí que, hombre, fue un cuento lo mío porque fuí a servir a cuidar una yegua para unos ancianos que había en Pendes y, al final, me arrimé a la yegua, me dió una patada en el hombral y la dejé sóla. Tú fíjate con un potrín pequeño, cogí, me marché y la dejé sola y pasé por toda la sierra adelante. Tu cuando pases por bajo, por Castro, miras para arriba y por toda aquella sierra adelante para el lado de Viñón, pasé toda la sierra andando hasta Argüébanes.
- Una buena caminata. ¿Habías ido alguna vez por allí o...?
- No, no, marché así, toda la... eso a la buena de Dios. Claro y después el capador, el que venía por ahí a capar chonas, me tentaba: "¡Mira que marcharte y dejar la yegua sola!". Después me fui a Argüébanes a casa de mi padre y después ya hasta los veintitantos años no me casé.
- ¿Dónde conociste a Marcial?
- A Marcial le conocí aquí en Pido. Estuve sirviendo en casa de Adolfo, primero, y después de casa de Adolfo a casa de Uribe. Estuve viviendo en la casa esa de arriba y después en la de Pido. Cuando estaba en casa de Uribe fue cuando conocí a Marcial y a los veintitantos años me casé. A los veintidós me parece que fue. Tuve doce hijos...
- Y desde entonces ¿sin moverte de Pido?
- Sí, sin moverme de Pido, como quien dice. Porque yo estaba sirviendo en lo de Adolfo. El pajar que está junto a mi casa, aquél me tocó acarrear a mi, andar con los canteros acarreando la piedra. Íbamos a ordeñar a Fuente Dé y cuando veníamos, a hacer lo que nos mandaban. Y bueno yo me quedaba dormida y me acuerdo que el difunto mi suegro, el pobre, parece que le tengo aquí clavado, se subió al andamio y me dijo, dice: "¡Coño, muchacha! ¡Despierta que te vas a caer y te vas a mancar!" y se lo dijo a Adolfo, le dijo, dice: "Mira a ver esa muchacha, porque se te va a caer del andamio y se te va a mancar" y tal. Y bueno ya de aquella...
- Todavía no era tu suegro ¿no?
- No, todavía no.
- Y después trece hijos ¿entonces?
- Doce, doce. Tuve doce hijos. Viven siete y los otros eso.., pues ya te digo. Y tuve una vida muy dura.
- ¡Claro! Porque Marcial era minero y entonces pasaba fuera la mayor parte del año
- Sí. Bueno, fuera...
- En Áliva
- Sí, eso. En Áliva pero estuvo trabajando por ahí, donde pudo a jornal, a la sierra o donde pudo. Ya sabes... hasta que después ya le salió lo de la mina ya después de casarnos. ¿Y qué más te voy a contar?
- Entonces los hijos ¿los sacaste adelante prácticamente tu sola?
- Los saqué yo adelante porque él no podía. Ya te digo.
- Tu trabajando en el campo, cuidando los hijos...
- Arando las tierras y haciendo, bueno, la labor que hace un hombre porque la difunta de tu abuela seguramente que también le tocó coger el arado... Y eso se bajaba y se iba al prado... y a la tierra y donde se podía.
- ¿La hierba?
- Pues había que atroparlo, ellos lo segaban y nosotras lo...
- Y ¿cuando eran pequeños?
- Ellos pequeños y Marcial estaba en la mina pues... nos ayudábamos unos a otros. Yo, por ejemplo, ayudaba a mi cuñado Julián lo que podía y él me ayudaba a mi. Cuando crié a Chuchi, que se criaron así juntucos Julianín y Chuchi, nos pasábamos la cuna de una casa a otra. Un día le cuidaba Cándida y otro día yo... ya te digo. Esa fue mi vida. Y después ya pues eso... Y doy gracias a Dios.
- Con muchos sacrificios
- Pues sí, con mucho sacrificio y cosas que te pasan que esas no las vamos a contar a nadie, porque las cosas que pasan entre familia hay que procurar de guardarlas, sean buenas sean malas... Yo ayudé lo que pude, no me pesa... y ya te digo. Y esa fue mi vida hasta ahora.
- ¿El momento más feliz?
- ¡Qué sé yo cuál sería! Todos fueron buenos porque me casé, nacieron mis hijos, unos salieron mejores que otros, unos más rebeldes... pero bueno cada persona es distinta.
- Te casaste entonces ¿en qué año?
- Pues ahora no... [Si se caso a los 22 años, calculo que en 1948. Ella sigue:] Me casé en Herrera de Pisuerga.
- ¿En Herrera de Pisuerga? ¿Cómo es que os casásteis allí?
- Porque a mi marido le salió un trabajo allí. Nos salió pues mira. Yo tengo un hermano que se casó con una de Burgos y vivían por allí y entonces pues eso, nos fuimos para allá.
- ¿Estuvisteis muchos años?
- Pocos. Estuve... Te lo voy a decir. Cuatro años estaría, más o menos. Por ahí.
- Luego ya ¿os vinisteis para acá?
- Cuando nació Chuchi me vine para acá. Allí tuve a Marcial, a la difunta que se me quemó, tuve a otro que eso le dió la meningitis y vine en estado de Chuchi.
- ¿Desde entonces aquí?
- Llevo desde entonces aquí. Desde que nació Chuchi para acá.
- Y aquí amasando y haciendo de todo
- Sí. Amasando, yendo a la tierra, a las vacas, al prado... Cuando estaban las cabras, pues ahora en este tiempo, por ahí arriba, había que echarlo y cada ocho días ir a ello. Me acuerdo que yo igual subía por Los Arrudos. Cada vez que miro para Somo y veo la peña aquella... Se subía por allí y luego igual había que ir por el lado de Salvorón, depende de donde estuvieran las cabras. Las cabras igual estaban en Coriscao.
- Buenas palizas.
- Sí y buenas. Y eso te contaré.
Para acabar volvemos a su infancia:
- En la escuela de Argüébanes estuve cierto tiempo, no sé cuánto sería.
- No te gustaba
- No. Estaba con el libro allí atrás, a la puerta. Pero bueno. Mis abuelos me llevaron un año al Colegio Ángeles Custodios pero no... Después me llevaron a Cabezón de Liébana y nada, a seguir trabajando.
- Pero te has defendido en la vida.
- Eso sí.

Ya he cansado bastante a Carmen así que acabamos. Espero que evolucione lo mejor posible en su enfermedad.

P.D. Carmen García falleció el 31 de octubre de 2008, poco más de dos meses después de esta conversación. Seguro que ya descansa en paz con "El que manda", como ella se refería durante su enfermedad a Dios.


© Gabino Santos