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INAUGURACIÓN DE LA ERMITA DE ÁLIVA EN 1944

En los puertos de Áliva, compartidos por todos los pueblos del Ayuntamiento de Camaleño, se encuentra la ermita de la Virgen de la Salud, originariamente dedicada a San Pedro como vimos en esta página. La fiesta dedicada a la Virgen se celebra el día dos de julio. Hoy vamos a detenermos en la construcción e inauguración de la actual ermita.

La ermita en 1922. Foto de Pío Noriega, tomada de http://www.corbisimages.com/stock-photo/rights-managed/42-25163981/a-view-of-a-mass-held-for?popup=1 La anterior ermita databa de 1851 y ocupaba una superficie de unos 60 metros cuadrados (10 por 6 metros); en su presbiterio tenía un sencillo retablo donde se hallaba la imagen de San Pedro y a la entrada de la ermita había un pequeño espacio para que los pastores y transeúntes del puerto pudieran cobijarse los días de tormenta, separado por una verja de la parte principal.

Con el paso del tiempo, la falta de mantenimiento adecuado en un lugar donde las inclemencias meteorológicas castigan duramente los edificios, hizo que se deteriorara considerablemente. Ya en 1926, al dar cuenta de la fiesta del 2 de julio de aquel año, "El Duende de Liébana" había publicado en El Cantábrico, periódico del que era corresponsal en la comarca, que «a uno de los lados de la tupida campera se levanta una ermita, que los tiempos se encargaron de darle un aspecto poco menos que ruinoso».

Movido por esta situación y el «estado deplorable y ruinoso» en que estaba, Olegario Fernández, párroco de Pembes, publicó en La Voz de Liébana en enero de 1928 una petición «a la generosa piedad de los fieles devotos [de la Virgen de la Salud] para que contribuyan con su pequeño óbolo, desde el más pobre al más acaudalado, a fin de allegar recursos para reconstruir dicha ermita, haciéndola más amplia y decorosa».

Precisaba D. Olegario como una de las cosas más necesarias lograr «la independencia de la ermita del refugio, porque así lo exigen la decencia y dignidad del templo», por lo que «el refugio se adosará a una de las paredes de la ermita, con completa independencia de ella». D. Olegario pedía el apoyo de los emigrantes lebaniegos en América, que tantas escuelas y obras benéficas estaban financiando por aquellos años, e imploraba los auxilios de la Virgen de la Salud para ver convertido en una realidad el proyecto que iniciaba entonces con la apertura de una suscripción de donativos para tal fin.

La suscripción comenzó con las 590 pesetas aportadas por D. Luis Hauzeur, director de la Real Compañía Asturiana, recogidas en el manifiesto inicial de D. Olegario, y prosiguió con las 500 aportadas tanto por D. José Benito como por D. Eugenio Briz, los dos naturales de Espinama; las 100 de D. Matías Gutiérrez, de Baró; las 25 de D. Jesús Guerra, de Turieno; y las 10 de D. Ángel Gutiérrez, de Potes. La suscripción continuó los meses siguientes y, así, en La Voz de Liébana del 15/4/1929 se daba cuenta de que lo recaudado ascendía ya a 2.242,25 pesetas, continuando todavía abierta.

No sabemos cómo concluyó la suscripción. Sólo que en julio de 1930 se decía que el trabajo del cura de Pembes de nada valía «si los demás no lo ayudamos». El caso es que D. Olegario falleció en 1935 sin ver hecho realidad su sueño.

Hay que esperar a 1943 para que un «Patronato encargado de la reconstrucción de la Capilla de la Virgen de la Salud» recaude nuevamente fondos (en la fiesta de 1943 se hizo una postulación que recaudó 631 pesetas, que se añadieron a lo aportado a cuentas bancarias) y ponga en marcha la obra, que no va a ser de reconstrucción sino que va a partir de cero en una nueva ubicación. Según la desaparecida Asociación El Ciliembru, habría sido el vecino de Camaleño Emiliano Celis el impulsor de la idea, recogida por el Ayuntamiento de Camaleño presidido por Eduardo García Llorente.

La nueva ermita se va a levantar a unas decenas de metros de donde estaba la anterior, en un punto más elevado. Las obras incluyeron la mejora del camino de Áliva, en la que se invirtieron, según un documento facilitado por María Luz Lerín, 4.613,75 pesetas de la época, de las cuales 603,60 se pagaron por la dinamita, 553,15 por el seguro de los obreros, 180 por el arreglo de los barrenos y el resto por salarios de los obreros que rompieron la piedra. Al pago de esas 4.613,75 pesetas debieron contribuir todas las juntas vecinales del municipio de Camaleño de acuerdo al reparto efectuado, con cantidades que oscilaron entre las 50 pesetas que correspondió a cada uno de los pueblos de Tanarrio, Lon y Brez y las 1.363 de Pembes. Cosgaya con 1.000 y Mogrovejo con 800 fueron los siguientes que más tuvieron que aportar. Sorprende que a Espinama no le correspondieran más que 200 pesetas. Desconocemos el criterio seguido para el reparto.

En ese mismo documento, que desgracidamente está incompleto, figuran detalles de la obra en sí de la ermita. Así, consta la distribución de las prestaciones personales que cada concejo debía realizar: Baró y Turieno se encargarían de abrir los cimientos; Espinama de subir el cemento; Pembes de sacar y llevar la arena; Cosgaya de sacar la piedra y Mogrovejo de aportar la madera, en concreto 50 viguetas de 3,5 metros y 21 brazas de tabla.

En el documento, probablemente un borrador del Ayuntamiento, se daban instrucciones para que todo esto se comunicara «por oficio con la máxima energía a fin de que las cosas se realicen inmediatamente: los cimientos se les dirá día y lugar donde se marcará en su oportunidad. El cemento debe ser subido en cuanto llegue a Espinama. La piedra puede subirse inmediatamente. La arena también debe de traerse enseguida. La madera puede señalarse del 15 al 20 de julio para que la suban».

Foto de la fiesta de la Salud de 1945 de E. Bustamante publicada en El Diario Montañés Debía de ser 1943 y no sabemos más hasta poco antes de la inauguración que se llevó a cabo el 2 de julio de 1944. Ante la numerosa afluencia de personas que se esperaba «se ha establecido un servicio especial de autobuses combinando con los trenes que salen de Santander para Unquera» que iba a funcionar la víspera.

Los actos del día de la inauguración incluyeron la bendición de la capilla seguida de misa solemne de campaña en la que el obispo de León, diócesis a la que pertenecía Áliva, estuvo representado por el arcipreste de Liébana, Cecilio Fernández Palmero. La misa fue cantada por profesores del Colegio Lasalle de Santander. Tanto el arcipreste como el gobernador civil Reguera Sevilla pronunciaron sendos discursos ante los miles de asistentes. Además, tras la comida campestre, se rezó el rosario, hubo una gran romería regional, se celebraron las carreras de la rosca y de caballos y hubo actuación de «los Coros mixtos lebaniegos, que obtuvieron el primer premio en el Concurso provincial celebrado en Santander».

Esta ermita es, en esencia, aunque hay experimentado diversas mejoras, la que ha llegado a nuestros días.

Agradezco a María Luz Lerín los documentos facilitados

© Gabino Santos, 2025